Bernardita es una nena muy inteligente comentaba Pilar, su mamá, a la abuela. Con tan sólo dos años ya agarraba el celular y lo daba vuelta. Si, lo maneja mejor que yo, decía Exequiel, su papá; y orgulloso agregaba, es superior a mí en los juegos de la computadora, mis compañeros de trabajo creían que era yo el que jugaba al candy crush, porque les iba ganando, no sabe cómo se pudieron de mal cuando les dije que era una nena de cuatro años y medios la que les estaba ganando. La abuela de Bernardita los miraba y aunque le angustiaba ver a su nieta todas las tardes y mañanas conectadas, no decía nada.
Pilar, seguía, embelesada con las habilidades tecnológicas de su hija – No sabes mamá, ahora encontró un juego para vestir unas muñecas, así que el otro día, cuando salimos a comprarle ropa, eligió lo que ella quería, se compró todo de color lila y rosa, combinando los colores como lo hace en la compu. Su papá se adelantó a añadir, es que usted vio, ahora los chicos son mucho más decididos que nosotros, yo la veo y me doy cuenta que nuestra generación estaba muy sometida, no podíamos ni opinar si nos gustaba o no lo que nos compraban, nos lo daban y listo.
Si, dijo Pilar, imagínate mamá, hasta nos elige el menú todos los días, así que yo casi no tengo que pensar que voy a cocinar. Porque además, si la quiero hacer comer algo que no le gusta, no come y se terminó. La verdad, mamá, mi hija es mi ídola, todavía me acuerdo cuando me obligabas a comer angolitas rellenas, que aunque con el tiempo me terminaron gustando, lo que más odiaba era que no me dejabas mover de la mesa hasta que no limpiaba el plato. Claro, comentó Exequiel, anda a hacerla comer verduras u otra fruta que no sean bananas. Ambos rieron.
La abuela, cada vez se ofuscaba más, pero decidió morderse los labios y no opinar en lo absoluto.
Los días pasaron y Bernardita, como todas las niñas de su edad, comenzó a asistir al jardín de infantes y como era de esperarse Pilar y Exequiel fueron citados por la docente.
Y es que Bernardita usaba computadoras y celulares, pero no lápices, ni masas, ni plasticolas de colores. Tampoco tenía habilidades sociales, ya que al no saber jugar a la cocinita, ni juegos de roles o de construcción, ni jamás haberse tirado al piso por miedo a ensuciar su ropa, no interactuaba con sus compañeros. Además como no le gusta la leche ni los bizcochos tampoco compartía la merienda, sino que consumía lo que su mamá le enviaba para ella en su lonchera.
Los papás, se enojaron con la docente, y salieron muy molestos de la entrevista. Inmediatamente, decidieron ir a casa de la abuela para contarle lo sucedido y luego de hacerlo, dijeron: Cómo puede ser posible que en pleno siglo XXl, la educación no se adapte a los cambios. Qué clase de docente no logra integrar una nena y termina llamando a los padres, para que la ayuden. Nosotros no estudiamos para ser docentes, sino lo haríamos mucho mejor que ella, seguro. Todavía no logramos entender para qué le van a servir todas esas estupideces en un mundo que avanza todos los días. Si no fuera que estamos a esta altura del año la cambiamos de colegio.
La abuela, no podía disimular la cara de satisfacción de que alguien les dijera, lo que ella tanto ansió decirles y prefirió callar. Solo pensaba, en lo bueno que fue que alguien se preocupe porque Bernardita lleve una vida de niños normal, corriendo, riendo, llorando, tolerando las frustraciones, aprendiendo a alimentarse sanamente, experimentando y expresándose.
Es muy importante hacerles comprender a los papá que la psicomotricidad ocupa un lugar importante en la infancia, ya que en los primeros años de vida, influye valiosamente en el desarrollo intelectual, afectivo y social del niño favoreciendo la relación con su entorno y tomando en cuenta las diferencias individuales, necesidades e intereses de los niños. Si la pensamos desde lo motor, comprenderemos que le permitirá al niño dominar su movimiento corporal¸ mientras que desde lo cognitivo, lo favorecerá mejorando la memoria, la atención, concentración y la creatividad del niño; y desde lo social y afectivo, permitirá a los niños conocer y afrontar sus miedos y relacionarse con los demás. También es importante la socialización ya que necesitamos interactuar con los demás sabiendo que en la vida existen normas que deben cumplirse para favorecer las relaciones. Esto no significa cuantos amigos tengo, sino la cualidad innata de formar parte de un grupo social. La importancia reside en la cooperación mutua, la interdependencia, los afectos y la necesidad de ser aceptado. Es en la escuela donde el niño descubre que el mundo de sus padres no es el único. Los amigos, los compañeros de la escuela, los vecinos, los primos del mismo grupo etario, etc. con los que el niño se relaciona son muy significativos en la vida del niño, pero todavía lo será más en la pubertad y en la adolescencia. Este grupo proporcionará a los niños su primera experiencia de relaciones entre «iguales». Ya que, con sus padres, sus maestros y demás adultos se da una relación asimétrica, debido a la mayoría de edad del adulto, a sus capacidades económicas, etc.
Lic. Roxana Celeste Dib
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